“A veces creo que el mal es todo y que el bien es sólo
un bello deseo del mal.” Antonio Porchia
*El expediente Vallecas. Veronica.
Los peligros de jugar con la oscuridad.
Recientemente
ha sido estrenada la película basada en unos espeluznantes hechos reales:
“Verónica”. Película dirigida por el director valenciano, Paco Plaza, creador
de famosa saga de películas de terror “Rec”.
El
escenario se enmarca en el relato costumbrista de los principios de los 90 y
con perspectiva autobiográfica que el director quería transmitir.
“…La película comienza con una sesión de
güija de tres estudiantes en un sótano de un colegio católico. A partir de ahí,
el filme aborda, en palabras del director, “el traumático paso a la
adolescencia” de Verónica, el personaje principal…”
Ambientada en los “oscuros”
años noventa, relata los coqueteos de un grupo de adolescentes con el
esoterismo.
“…En el colegio, todos los alumnos aguardan en la
azotea a un eclipse total. Un momento de atractivo misticismo. En el sótano,
Verónica y sus amigas juegan con una ouija comprada en un fascículo de quiosco.
A partir de ese momento, se desencadena el mal…”
fotograma: "Verónica".
-El caso real de Estefanía
G. L. El verdadero expediente Vallecas.
Estefanía
era una asidua practicante del espiritismo. Un día de marzo de 1991 la joven
Estefanía que contaba con 16 años, decidió hacer la ouija en el instituto con
unas amigas –una de ellas estaba especialmente interesada en contactar con un
novio fallecido en accidente de moto-. Al parecer una profesora interrumpió la
sesión de forma inesperada, rompiendo el tablero y cayendo el vao al suelo. Al
parecer el vaso contenía un extraño humo blanco que al romperse se adentró en
la nariz de la joven.
A partir de ese fatídico día la joven empieza
a manifestar comportamientos extraños: convulsiones, que dejaban a la joven con
los ojos en blanco y balbuceando. Ningún hospital fue capaz de ofrecer un
diagnóstico a los síntomas que presentaba la joven.
Por
las noches la joven, decía que observaba presencias en su cuarto. Según sus
descripciones se trataba de un grupo de hombres alrededor de su cama, personas altas, famélicas, delgadas, que
dándose la mano la llamaban, hombres con el rostro vacío, hombres “sin rostro”***, que la reclamaban por su nombre y le decían… “ven con
nosotros”... En otras ocasiones la joven hablaba con una voz ronca de hombre, y
profería insultos.
En
la noche del 14 de agosto, Estefanía sufre un extraño episodio, otro ataque, esta
vez más grave, una especie de catalepsia, convulsiones y gritos, que la llevan
a entrar en un coma, y a fallecer en un hospital de Madrid. La autopsia tampoco arroja luz sobre la causa
de la muerte: “muerte súbita y
sospechosa”.
A
partir del fallecimiento de Estefanía
se desencadenan en el domicilio familiar, sito en el barrio de Vallecas-Madrid,
una concatenación de sucesos paranormales. En la casa se comenzaron a oir
gritos de la joven llamando a su madre, y su cama aparecía inexplicablemente
revuelta. Los electrodomésticos se encendían y apagaban solos, las puertas de
los armarios se abrían y cerraban de forma violenta.
La
madre de la joven absorta por estos extraños sucesos y presencias, llegó a
echar harina sobre el suelo. Observando atónita la existencia de unas huellas
de zapatilla de hombre –en la casa se oían también carcajadas de un anciano que podrían corresponderse con el abuelo de la niña-.
Colocó hilos entre las puertas de la casa, y estos aparecieron rotos.
Instalaron una alarma y esta se activaba, empezando a sonar con la casa
aparentemente vacía.
La
madre de Estefanía notaba presencias en su cama, alguien le tocaba las manos y
los pies.
Toda
esta situación de desesperación la llevó a tal extremo que intentó suicidarse.
Pero no sólo ella observaba estos fenómenos extraños.
Las
hermanas pequeñas de la joven fallecida despertaron una noche oyendo un
lamento, y pudieron observar una silueta masculina sin rostro que se arrastraba
por la habitación mientras las muñecas de las niñas eran arrojadas contra la
pared.
Con
la policía de toda España buscando por esas fechas, a las tres niñas desaparecidas en Alcásser,
el día 27 de noviembre de 1992
a las 02:00 horas de la madrugada, se recibe una extraña
llamada de socorro en la Comisaría del 092 de Madrid.
Trasladados
al lugar los agentes, fueron testigos de algo que superaba con creces todo lo
que habían visto hasta entonces en su dilatada carrera policial.
El,
inspector jefe de la policía en 1992 relata que lo tiene en la memoria y no se
le olvida aunque hayan pasado veinte años.
“Lo primero que me impresiona es que
llego a la casa y veo a la familia en la calle con un frío espantoso y la madre
con un niño de pecho así que intenté
tranquilizarlos”, nos cuenta José Pedro quien reconoce que nunca tuvo la
impresión de que mentían y se ofreció a subir al piso para ver lo que ocurría.
“Entramos seis policías y nos sentamos
en el salón, empezamos a hablar y la familia empieza a contar lo que le había
pasado a la hija. Apagan las luces y no pasaron más de dos minutos cuando una
de las puertas se abre de una forma violenta. Encendió la luz e hicimos una
inspección para determinar por qué había ocurrido aquello”.
Recuerda que en ese momento los otros
compañeros se marcharon a la calle y sólo aguantó uno de ellos. José decide
preguntar en qué otros sitios se producían los fenómenos y era en el cuarto de
la hija. Van para allí y oyen un ruido estrepitoso, “como una cacerolada en la
terraza pero no vimos nada. En el cuarto de baño, que no lo utilizaban, se me
puso el pelo de punta y noté un frío interior que nunca había sentido.
Observaron también un crucifijo al que
el fenómeno le había dado la vuelta, arrancándole el Cristo. Según manifiesta
uno de los hijos, tomó el Cristo del suelo y lo adhirió detrás de la puerta de
la habitación junto a un póster produciéndose, también de forma súbita y
extraña, tres arañazos sobre dicho póster y cayendo el Cristo de nuevo al
suelo».
Así
lo recogieron en el correspondiente atestado, una de las pocas veces que estos
acontecimientos quedan plasmados en papel oficial.
La conclusión de los agentes
es significativa: «Hay una serie de
fenómenos de todo punto inexplicables».
Pero
sin duda uno de los fenómenos más escalofriante sucedió una noche de difuntos. El
retrato de la joven fallecida, que estaba situado encima de un mármol –cubre
radiadores- se quemó de forma totalmente irracional. Inexplicablemente lo único
que se quemó fue la foto de la joven, no afectando el fuego ni al cristal ni al
marco que la contenía.
Un año antes de estos
sucesos, con Estefanía todavía con vida, agentes del CNP, acudieron al mismo
domicilio por un requerimiento similar.
«En la
casa había un grupo de gente. Estaba la chica, que luego murió (se refiere a
María Estefanía G.), los hermanos, los padres, unos amigos y su novio, Demetrio
C, quien se revolvía por el suelo mientras echaba espuma por la boca y tenía
unas fuertes convulsiones. Habían hecho una sesión de ouija, y después el joven
había caído en aquel estado. Según la familia, estaba poseído»
La
película “Verónica” cuyo relato pivota sobre estos hechos reales, describe
según su director un entorno social, económico, propio de esa época.
“…Una época de aperturismo y de
reivindicación del progreso de un país que buscaba el reconocimiento
internacional para quitarse los complejos. Y, según Plaza, también una época de "ebullición paranormal
en Madrid…"
Cómo
veremos en las próximos relatos, no parece desencaminado el director en esta
afirmación final. Sin embargo el director valenciano se olvida, que en esa
misma época –los noventa- su propia tierra de origen fue el epicentro de una
serie de crímenes especialmente macabros. Algunos, más que posiblemente, marcados por alguna extraña connotación
esotérica o ritual, que los hacen distintos a todos los demás. Esa “ebullición
paranormal” podría perfectamente trasladarse también a otros lugares "fuera" de
Madrid.
De
hecho hay noticias que circulan por la red, como auténticas leyendas urbanas, pero al rebuscar con paciencia, se acaba comprobando que son más reales de lo
podríamos imaginarnos. Noticias que nunca nos dejan indiferentes, porque lo que
sucede en estas tierras, es casi siempre, sencillamente sorprendente (en el
próximo post abordaremos algunos hallazgos y sucesos “inquietantes” en la C.Valenciana
referidos a esta temática esotérica)
En
cuanto a los “hombres sin rostro” hay que hacer una puntualización:
***Los denominados “hombres sin rostro” que visitaban a la víctima de Vallecas en sus visiones o
alucinaciones nocturnas son todo un mito en EEUU. Una especie de “hombre del
saco” que se oculta en los bosques para acechar entre las sombras a niños y
adolescentes.
Como
siempre contamos por estas páginas la realidad en estos “asuntos” parece superar
la leyenda.
El
mito, ya de por sí retorcido, tomó un giro tétrico el 31 de mayo de 2014.
Morgen G. y Annisa W., dos niñas de 12 años residentes en Waukesha (Wisconsin),
se conocen e intiman cuando comienza el curso. Crean entonces una amistad muy
especial. Annisa y Morgen tienen una imaginación desbordante y, ambas,
comparten aficiones literarias comunes: son fans de los creepypastas y de la
literatura de terror. Entre ellas estalla una amistad que retroalimenta sus
fantasías.
Las
amigas deciden asesinar a otra niña –Payton- aprovechando el barullo del
cumpleaños de Morgen, ya que las tres van a dormir en la misma casa para hacer
una fiesta de pijamas. Van un parque que tiene una zona boscosa cercana y con
la excusa de que van a jugar al escondite, la llevan a la zona más profunda y
allí le asestan 19 puñaladas con un
cuchillo de cocina. Las autoras dejan en estado agonizante a la víctima y se
escapan del lugar del crimen. Payton se arrastra hasta una carretera cercana
donde es recogida por un ciclista a la que narra los hechos y es trasladada a
un hospital donde le salvan la vida.
Mientras
todo esto ocurre, Morgen y Annisa son detenidas por un policía al que le
resulta sospechosa la presencia de dos niñas tan pequeñas caminando solas por
el arcén de la Interestatal 94. Annisa le cuenta al policía que acaban de
asesinar a Payton L. y que se dirigían a la Reserva Natural de Nicolet donde se
encuentra la mansión de Slenderman para reunirse con él. Los antecedentes y los
precedentes de este caso criminal tan extraño son narrados con todo lujo de
detalles y mucha pericia por Irene Taylor Brodsky en su documental Beware the
Slenderman que acaba de estrenar la cadena HBO en nuestro país.
Y
en esa “fiebre” por lo sobrenatural citada por el director de “Verónica” en la
entrevista, podríamos situar este otro
asunto, todavía más sombrío y lleno de incógnitas. Más terrenal que paranormal,
porque se trata de un crimen atroz, pero
conectado con esa “mundo paralelo”. Como citó en una ocasión, un lector de este
blog: … las dos realidades… “la que ves y la que no ves”…
El
distrito de Vallecas -dónde se suceden los hechos descritos en la película
“Verónica”- tiene como vecino a otro distrito sobradamente conocido: Carabanchel.
Un extraño hallazgo, tiene lugar en una de sus calles.
El
11 de septiembre de 1997, un vecino
del lugar encontró de noche en un contenedor de basura de la calle de Gallur
(Carabanchel) un cuerpo descuartizado. El cadáver, de un hombre desnudo de unos
30 años, estaba estrujado en una caja de
cartón del tamaño de un televisor. Al abrir el paquete, la policía sacó varias bolsas de plástico
de color azul con distintos trozos del cuerpo. Los agentes no hallaron la
cabeza, las manos ni los pies a pesar de que rastrearon los contenedores de la
zona y los alrededores de la calle de Gallur, enfrente del cerro de la Mica.
Nadie
en el barrio había visto nada, pese a que los agentes aseguraron que para echar
un paquete tan voluminosos se necesita, al menos, dos personas. Un miembro de
la comisión judicial que acudió al lugar indicó a los vecinos que el cadáver
correspondía a un hombre de complexión fuerte, de unos 30 años y de una
estatura de 1,70
El
vecino que descubrió el cuerpo, explicó
anoche que confundió éste "con un
cerdo". "Al ver que era un hombre me asusté mucho y llamé a la
policía y el Samur", afirma. En las bolsas no había ni restos de
sangre ni documento que pueda conducir a la identificación.
El
crimen fue cometido, a tenor de las pesquisas, el mismo día en que se halló el
cuerpo. Los descuartizadores, sólo dejaron el tronco y las piernas, serradas a
la altura de la región inguinal. Y por lo que se describe tuvo que ser
“desangrado” en otro lugar.
La
cabeza, las manos y los pies nunca fueron hallados, lo que ha dificultado la
identificación.
El
caso comenzará a conocerse con un peculiar nombre:
***El caso del “hombre sin rostro”.
Los
extraños tatuajes:
Las
mutilaciones que presentaba el cuerpo, hacían que la identificación fuera imposible,
por lo que la Policía realizó incansables gestiones para dar con el nombre de
la víctima:
El
cadáver –lo que quedaba de él- presentaba unos curiosísimos tatuajes –en aquellas épocas los
tatuajes no estaban de moda como en la actualidad, y eran escasas las personas
que presentaban estos símbolos grabados en la piel-:
Tres meses después de su descubrimiento,
la policía sigue sin conocer la identidad de ese hombre, cuyo pecho tatuado ha
despertado inquietantes sospechas: en el pectoral derecho llevaba marcado el signo del diablo (el
número 666) y de sus acólitos (una estrella de cinco puntas dentro de
un círculo).Para completar el enigma, junto a otros signos cabalísticos, la víctima lucía en su hombro un tatuaje que representa un escorpión.
Ante la falta de pistas sobre este
oscuro crimen, en el que se ha barajado la participación de sectas satánicas,
la policía ha solicitado la colaboración ciudadana
La investigación:
Este crimen con claros
vínculos esotéricos, tuvo una investigación realmente compleja, un rompecabezas
de difícil reconstrucción.
Poco a poco se fueron
conociendo más datos y detalles del macabro crimen:
Se empezó a hablar sin
tapujos, por parte de los investigadores de un más que posible “crimen ritual”,
cometido por una comunión de fanáticos.
Además
de las mutilaciones descritas, había una serie de heridas muy peculiares. El
cuerpo presentaba 16 heridas punzantes
realizadas con un estilete, sólo dos
de estas fueron mortales de necesidad, las otras 14 habían sido inferidas en el
mismo lugar. En el omoplato izquierdo. Lo cual implicaba algún tipo de
dinámica ritual o ceremonial de tipo demoníaco, según los investigadores. Se
descartaba el crimen pasional, ya que en estos casos las heridas son
desperdigadas o dispersas, debido a la ofuscación del acto criminal de estas
características. Por lo tanto estaban claramente dirigidas a esa región
concreta del cuerpo. La utilización de
esta arma concreta, un estilete,
también podría indicar la presencia de elementos típicos de este tipo de ceremoniales o ofrendas. De hecho se
describen como heridas profundas pero pequeñas, sin desgarros. Un trabajo “bien
hecho” con regodeo, torturándolo en una lenta agonía propia de este tipo de
actos rituales.
Se
llegó a hablar que la víctima podría ser de hecho, algún sacerdote de alguna
congregación oscura, y que podía haber sido sacrificado por adeptos en medio de
algún ceremonial. El crimen sucedió en una noche marcada por una luna en cuarto
creciente. El cadáver fue descuartizado con una sierra. El cuerpo apareció sin
cabeza, sin manos, y sin pies.
-El
código de barras:
La
caja que servía de improvisado ataúd de cartón, y que contenía los restos de la
víctima, se correspondía con un televisor de grandes dimensiones. En una de las
etiquetas, los investigadores hallaron un código de barras, y procedieron a
comprobar la trazabilidad del producto, para determinar el lugar de origen de
la caja. Al parecer la policía tenía claras algunas cosas:
-el
crimen no había sido cometido en Madrid.
-el
cuerpo habría viajado en un vehículo recorriendo bastantes kilómetros.
-la
víctima había fallecido dos horas de ser encontrada en Carabanchel.
-el
crimen había sido cometido en una casa de campo o fábrica abandonada los escenarios más adecuados para haber
realizado todo el largo proceso que engloba este tipo de crímenes rituales, y
lejos de miradas indiscretas -según detalla el artículo-.
Finalmente
la pista del código de barras, no condujo a ningún lugar. Se pudo cotejar que
la caja procedía de Zaragoza, pero las gestiones realizadas allí, no despejaron
ninguna incógnita.
La
pista más fiable, seguía siendo la de los tatuajes. Los propios forenses descartaron
que estos hubieran sido realizados en la cárcel. Eran tatuajes muy concretos, y
realizados profesionalmente.
Para
la policía el “hombre sin rostro” era un sacerdote de Satanás. Y además
pertenecía a la “alta burguesía”
Las
pesquisas se trasladan a INTERPOL, y se baraja la posibilidad de que la víctima
desconocida sea de nacionalidad extranjera. Podría pertenecer a un grupo con
carácter “itinerante” que practican
sus extrañas ceremonias en distintos países.
Los
signos cabalísticos hallados en la piel de la víctima, eran propios de rituales
de magia negra, o satánicos. Según el Padre Pilón –Jesuita-, y una autoridad
reconocida por la iglesia en temas de satanismo, destacó la existencia de dos
vertientes o corrientes dentro de este tipo de logias o sectas oscuras:
-satanistas: lo conforman gente de baja
condición social
-luciferinos: cuyos integrantes suelen ser
individuos que viven en ambientes sociales de un alto poder adquisitivo.
Según
la simbología de los tatuajes que presentaba podría pertenecer a alguna
asociación satánica extranjera.
Las mutilaciones eran descritas como
perfectas o profesionales, se habló
de una sierra eléctrica. Conocimientos. Quizás esas “destrezas” implicaran a
alguien relacionado con el ámbito médico-quirúrgico. El hecho de que dejaran el
torso con tantos tatuajes esotéricos, indicaba que los autores, querían que
quien descubriera los restos viera que allí estaba presente la mano del diablo
–así lo describe la prensa-.
Se
llega a detallar que las mutilaciones podrían obedecer a algún tipo de rebelión
contra el jefe del grupo sectario, para posteriormente cortar la cabeza y
extremidades, con el objeto de conservarlas como “trofeo”.
También
describe –según documentos incautados a una secta “oscura”- como se realizan
este tipo de ofrendas voluntarias
–suicidio o inmolación – y las involuntarias –asesinatos-
Se
analizaron también los robos sacrílegos –hostias sagradas, cálices, etc-, profanaciones de
cementerios, por si estaban relacionados con el crimen.
Toxicología:
Se
enviaron muestras de la víctima, para comprobar si había restos de tóxicos. La
idea era determinar si la víctima había consumido algún tipo de psicotrópico o
drogas, para comprobar si era adicto o consumidor de este tipo de sustancias. O
si estos habían sido consumidos en alguna “orgía de muerte”.
También comprobar si había rastros de somníferos,
lo que podría indicar que podría haber sido inducido a tomar contra su voluntad
algún tipo de sustancia, para realizar este tipo de rituales.
Se
enviaron trozos de piel con los tatuajes para identificar el tipo de tinta con
el que se realizaron.
También
fueron remitidos otras partes de la dermis y epidermis para conocer si podría
haber absorbido drogas por los poros de la piel debido a que ancestralmente se
utilizaba una mezcla de belladona, sangre
y grasa o sebo que se aplicaba directamente sobre la piel para ser
asimilada –unguentos-.
También
se enviaron muestras para detectar la existencia de plantas visionarias
–beleño, belladona, etc- o hongos alucinógenos –amanita muscaria-
mordisqueados o consumidos durante este tipo de aquelarres.
La
investigación fue muy exhaustiva y completa en esta ocasión, como hemos podido
comprobar, pero a veces el éxito de este tipo de asuntos necesitan también de
un golpe de suerte, o de un pequeño detalle insignificante. En este caso parece
que la suerte fue esquiva para los investigadores y a pesar de haber trabajado
muy duro, no consiguieron su objetivo. Identificar y esclarecer el crimen.
Identificación
nula.
Los
únicos datos de los que disponía la policía española, para identificar a la
víctima eran sus posibles características físicas.
Varón,
raza blanca, entre 35 y 45 años, de un metro setenta/ ochenta de altura, y de
complexión fuerte, con abundante vello castaño en el pecho.
Con
estos datos, nadie reclamó jamás el cuerpo de esta persona. Su caso parece que
continúa siendo un misterio. Un auténtico expediente X. Pero la policía parecía tener claro cual el
era el posible móvil del crímen:
Sólo
parece tener vigencia, en este extraño caso sin esclarecer, la pista de los
tatuajes:
ilustración de la noticia -ABC-
Descripción
realizada por el experto sobre los tatuajes que presentaba la víctima:
Un
círculo –la representación del advenimiento del anticristo- asociado
probablemente con la llegada del milenio –propio de la época en que suceden los
hechos-. En su interior un pentáculo o estrella de cinco puntas que enmarcan un
pentágono utilizado para invocar al Diablo, Belcebú o como quiera llamársele.
El 666 el número de la bestia. El triángulo equilátero en su vértice superior
indica el nivel de conocimiento adquirido en estas prácticas diabólicas. El
resto de los símbolos aunque parecen simples “emes” son en realidad el “alfa y
el omega” el principio y el fin en el alfabeto griego. En cuanto a la curiosa
inscripción situada en el centro del pentágono puede tratarse de una cruz
griega no muy lejana a otras cruces que posteriormente fueron tomadas por otras
órdenes.
Se
trataría en resumen de una secta satánica muy críptica, en la que el hermetismo
sería la nota predominante, ya que sus conjunciones
son muy extrañas, habría de investigarse en órdenes de esta índole inglesas o orientales.
Presumiblemente
en esta secta para realizar sacrificios se
ha tenido en cuenta las fases astrológicas más que las lunares e
indudablemente quienes realizaron el
crimen tenían conocimientos de anatomía, tal como se demuestra por el tipo de cortes que presentaba el
cadáver de la víctima.
(fuente:
diversos artículos diario ABC y El País)
Como
en tantas ocasiones les he descrito, a veces las “casualidades” se suceden, y
un crimen parece mirar a otro por el espejo retrovisor. Las similitudes, los
ítems coincidentes, saltan en el archivo mental y se entrecruzan por alguna
extraña razón desconocida. Si en el post anterior hablamos sobre las
enigmáticas siete monedas del caso de Tarragona y las monedas que portaba una
de las niñas de Alcásser, en esta ocasión los enigmáticos tatuajes del “hombre
sin rostro” nos sitúan de nuevo ante un escenario valenciano. Concretamente en
los barrancos de la localidad vecina de Picassent –Valencia-.
En
el año 1995, fue encontrado mutilado el cadáver de un hombre en el barranco del
Segur junto a un campo de naranjos en Picassent.
En
enero del año 1995 es encontrado en un huerto de Picassent el cadáver de un
hombre descuartizado. Un agricultor
encontró primeramente el tronco
apuñalado el cual estaba semienterrado con
plásticos y cartones. Al día
siguiente cuándo las FCSE rastreaban la zona fueron hallados en un barranco
de la localidad, los restos que faltaban : cabeza,
piernas y manos.* El cuerpo
había sido descuartizados con cortes “limpios” y quien se encargó de despedazar a la víctima sabía perfectamente lo
que hacía según fuentes de la investigación. Profesionales. Según la
prensa el cuerpo estaba salvajemente
acuchillado, y presentaba signos de
tortura. Se empleó un estilete o
similar.
Cita
también que los autores tuvieron bastante tiempo,
para deshacerse del cadáver pues los restos aparecieron en puntos muy dispersos
entre sí. El cuerpo presentaba un avanzado estado de descomposición e iba
indocumentado.
*el
hallazgo de los restos humanos que faltaban: cabeza, pies, y manos – permitían "completar" e identificar a la
víctima- y el análisis del patrón de heridas de la víctima no hacen sino
corroborar que en este crimen pudo haber otro tipo de factores “desconocidos” y
que las mutilaciones NO obedecían a una intención por parte de los autores de los hechos de dificultar la
identificación –las denominadas heridas de tipo “precautorias”-, sino que estas podrían formar parte
de otro tipo de dinámicas. Heridas que también podrían encuadrarse dentro de la
“firma” ya que no son necesarias para consumar el crimen –había sido apuñalado
en el torax, igual que el caso de Carabanchel- y forman más bien parte de un “ritual” ya que muestran mutilaciones sin la intención de ocultar la identificación.
Este
crimen también tiene un cúmulo de curiosidades. Noticias posteriores que
amplían la información citan que al parecer el hombre apodado “el loco” Raúl
V.P. 43 años, habría sido engañado por sus asesinos. La víctima, relacionada
con asuntos de drogas, habría sido
invitado a una “orgía” dónde pudo ser drogado por una mujer, para luego ser
asesinado y descuartizado.
Dos
personas fueron detenidas por estos hechos – un hombre de nacionalidad argentina
– con negocios de sadomasoquismo en Valencia, como pudimos comprobar
investigando su rastro en nuestro país. Individuo al cual la investigación adjudicaba el
rol de hábil descuartizador- y su compañera, de curioso apellido, la cual
ejercía la prostitución y habría sido la encargada de engañar y drogar a la
víctima durante el desarrollo de esa hipotética “orgía”-.
No
obstante existen divergencias sobre la autoría de los hechos, y la situación
procesal de los detenidos –quedaron en libertad en dos ocasiones- Posible móvil
del crimen: ajuste de cuentas.
Lo
especialmente característico de este crimen, además de las mutilaciones tan
peculiares y el arma empleada, eran sin duda la multitud de tatuajes que
presentaba –al igual que en el caso de Carabanchel- la víctima descuartizada.
La
noticia está fechada un 27 de enero de 1995:
Entre
estos cabría destacar los de tipo astrológico: media luna y el signo de cáncer.
Y
sobre todo la estrella de cinco puntas,
la cola de escorpión, y el
extraño símbolo de las dos líneas en forma de V que no llegan a unirse por la
base.
El 11 de octubre de 1997 –es
decir justo un mes después de la
aparición en Madrid del cuerpo descuartizado del “hombre sin rostro”- es degollada
en un garaje sito en las proximidades del barranco
de Picassent una mujer de 48 años. Lo curioso de este caso, todavía sin
resolver a día de hoy, es que la víctima
había sido monja, durante diez años –entre los años 1985 y 1995- en la
congregación religiosa “Hermanas de la Consolación”.
Es
decir colgó los hábitos sólo dos años antes de ser asesinada. su asesino le
propino un golpe en la cabeza y luego la degolló. La víctima consiguió salir a
la calle y pedir auxilio, pero murió desangrada en cuestión de segundos. El
agresor un hombre de unos veinticinco años, pelo largo y camisa verde huyó
tras esquivar un coche que casi le arrolla en la huída. Nunca fue encontrado.
Su caso sigue sin resolver.
fotograma: "Verónica"
Los
“profesionales del horror” parecen superar con creces, el guión más endiablado,
de cualquier película de terror.
Fuente:
La Vanguardia.