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martes, 29 de agosto de 2017

El hombre sin rostro. Vallecas/Carabanchel/Picassent.




“A veces creo que el mal es todo y que el bien es sólo un bello deseo del mal.”                                                                               Antonio Porchia





*El expediente Vallecas. Veronica. Los peligros de jugar con la oscuridad.

Recientemente ha sido estrenada la película basada en unos espeluznantes hechos reales: “Verónica”. Película dirigida por el director valenciano, Paco Plaza, creador de famosa saga de películas de terror “Rec”.
El escenario se enmarca en el relato costumbrista de los principios de los 90 y con perspectiva autobiográfica que el director quería transmitir.

“…La película comienza con una sesión de güija de tres estudiantes en un sótano de un colegio católico. A partir de ahí, el filme aborda, en palabras del director, “el traumático paso a la adolescencia” de Verónica, el personaje principal…”

Ambientada en los “oscuros” años noventa, relata los coqueteos de un grupo de adolescentes con el esoterismo.

“…En el colegio, todos los alumnos aguardan en la azotea a un eclipse total. Un momento de atractivo misticismo. En el sótano, Verónica y sus amigas juegan con una ouija comprada en un fascículo de quiosco. A partir de ese momento, se desencadena el mal…”


    fotograma: "Verónica".


-El caso real de Estefanía G. L. El verdadero expediente Vallecas.

Estefanía era una asidua practicante del espiritismo. Un día de marzo de 1991 la joven Estefanía que contaba con 16 años, decidió hacer la ouija en el instituto con unas amigas –una de ellas estaba especialmente interesada en contactar con un novio fallecido en accidente de moto-. Al parecer una profesora interrumpió la sesión de forma inesperada, rompiendo el tablero y cayendo el vao al suelo. Al parecer el vaso contenía un extraño humo blanco que al romperse se adentró en la nariz de la joven.

 A partir de ese fatídico día la joven empieza a manifestar comportamientos extraños: convulsiones, que dejaban a la joven con los ojos en blanco y balbuceando. Ningún hospital fue capaz de ofrecer un diagnóstico a los síntomas que presentaba la joven.
Por las noches la joven, decía que observaba presencias en su cuarto. Según sus descripciones se trataba de un grupo de hombres alrededor de su cama, personas altas, famélicas, delgadas, que dándose la mano la llamaban, hombres con el rostro vacío, hombres “sin rostro”***, que la reclamaban por su nombre y le decían… “ven con nosotros”... En otras ocasiones la joven hablaba con una voz ronca de hombre, y profería insultos.

En la noche del 14 de agosto, Estefanía sufre un extraño episodio, otro ataque, esta vez más grave, una especie de catalepsia, convulsiones y gritos, que la llevan a entrar en un coma, y a fallecer en un hospital de Madrid.  La autopsia tampoco arroja luz sobre la causa de la muerte:  “muerte súbita y sospechosa”.
  
A partir del fallecimiento de Estefanía se desencadenan en el domicilio familiar, sito en el barrio de Vallecas-Madrid, una concatenación de sucesos paranormales. En la casa se comenzaron a oir gritos de la joven llamando a su madre, y su cama aparecía inexplicablemente revuelta. Los electrodomésticos se encendían y apagaban solos, las puertas de los armarios se abrían y cerraban de forma violenta.
La madre de la joven absorta por estos extraños sucesos y presencias, llegó a echar harina sobre el suelo. Observando atónita la existencia de unas huellas de zapatilla de hombre –en la casa se oían también carcajadas de un anciano que podrían corresponderse con el abuelo de la niña-. Colocó hilos entre las puertas de la casa, y estos aparecieron rotos. Instalaron una alarma y esta se activaba, empezando a sonar con la casa aparentemente vacía.

La madre de Estefanía notaba presencias en su cama, alguien le tocaba las manos y los pies.

Toda esta situación de desesperación la llevó a tal extremo que intentó suicidarse. Pero no sólo ella observaba estos fenómenos extraños.

Las hermanas pequeñas de la joven fallecida despertaron una noche oyendo un lamento, y pudieron observar una silueta masculina sin rostro que se arrastraba por la habitación mientras las muñecas de las niñas eran arrojadas contra la pared.




Con la policía de toda España buscando por esas fechas, a las tres niñas desaparecidas en Alcásser, el día 27 de noviembre de 1992 a las 02:00 horas de la madrugada, se recibe una extraña llamada de socorro en la Comisaría del 092 de Madrid.


Trasladados al lugar los agentes, fueron testigos de algo que superaba con creces todo lo que habían visto hasta entonces en su dilatada carrera policial.

El, inspector jefe de la policía en 1992 relata que lo tiene en la memoria y no se le olvida aunque hayan pasado veinte años.

“Lo primero que me impresiona es que llego a la casa y veo a la familia en la calle con un frío espantoso y la madre con un niño de pecho así que  intenté tranquilizarlos”, nos cuenta José Pedro quien reconoce que nunca tuvo la impresión de que mentían y se ofreció a subir al piso para ver lo que ocurría.
“Entramos seis policías y nos sentamos en el salón, empezamos a hablar y la familia empieza a contar lo que le había pasado a la hija. Apagan las luces y no pasaron más de dos minutos cuando una de las puertas se abre de una forma violenta. Encendió la luz e hicimos una inspección para determinar por qué había ocurrido aquello”.
Recuerda que en ese momento los otros compañeros se marcharon a la calle y sólo aguantó uno de ellos. José decide preguntar en qué otros sitios se producían los fenómenos y era en el cuarto de la hija. Van para allí y oyen un ruido estrepitoso, “como una cacerolada en la terraza pero no vimos nada. En el cuarto de baño, que no lo utilizaban, se me puso el pelo de punta y noté un frío interior que nunca había sentido.
Observaron también un crucifijo al que el fenómeno le había dado la vuelta, arrancándole el Cristo. Según manifiesta uno de los hijos, tomó el Cristo del suelo y lo adhirió detrás de la puerta de la habitación junto a un póster produciéndose, también de forma súbita y extraña, tres arañazos sobre dicho póster y cayendo el Cristo de nuevo al suelo».

Así lo recogieron en el correspondiente atestado, una de las pocas veces que estos acontecimientos quedan plasmados en papel oficial.

La conclusión de los agentes es significativa: «Hay una serie de fenómenos de todo punto inexplicables».






Pero sin duda uno de los fenómenos más escalofriante sucedió una noche de difuntos. El retrato de la joven fallecida, que estaba situado encima de un mármol –cubre radiadores- se quemó de forma totalmente irracional. Inexplicablemente lo único que se quemó fue la foto de la joven, no afectando el fuego ni al cristal ni al marco que la contenía.


Un año antes de estos sucesos, con Estefanía todavía con vida, agentes del CNP, acudieron al mismo domicilio por un requerimiento similar.

«En la casa había un grupo de gente. Estaba la chica, que luego murió (se refiere a María Estefanía G.), los hermanos, los padres, unos amigos y su novio, Demetrio C, quien se revolvía por el suelo mientras echaba espuma por la boca y tenía unas fuertes convulsiones. Habían hecho una sesión de ouija, y después el joven había caído en aquel estado. Según la familia, estaba poseído»











La película “Verónica” cuyo relato pivota sobre estos hechos reales, describe según su director un entorno social, económico, propio de esa época. 

“…Una época de aperturismo y de reivindicación del progreso de un país que buscaba el reconocimiento internacional para quitarse los complejos. Y, según Plaza, también una época de "ebullición paranormal en Madrid…"

  

Cómo veremos en las próximos relatos, no parece desencaminado el director en esta afirmación final. Sin embargo el director valenciano se olvida, que en esa misma época –los noventa- su propia tierra de origen fue el epicentro de una serie de crímenes especialmente macabros. Algunos, más que posiblemente,  marcados por alguna extraña connotación esotérica o ritual, que los hacen distintos a todos los demás. Esa “ebullición paranormal” podría perfectamente trasladarse también a otros lugares "fuera" de Madrid.

De hecho hay noticias que circulan por la red, como auténticas leyendas urbanas, pero al rebuscar con paciencia, se acaba comprobando que son más reales de lo podríamos imaginarnos. Noticias que nunca nos dejan indiferentes, porque lo que sucede en estas tierras, es casi siempre, sencillamente sorprendente (en el próximo post abordaremos algunos hallazgos y sucesos “inquietantes” en la C.Valenciana referidos a esta temática esotérica)






En cuanto a los “hombres sin rostro” hay que hacer una puntualización:

***Los denominados “hombres sin rostro” que visitaban a la víctima de Vallecas en sus visiones o alucinaciones nocturnas son todo un mito en EEUU. Una especie de “hombre del saco” que se oculta en los bosques para acechar entre las sombras a niños y adolescentes.
Como siempre contamos por estas páginas la realidad en estos “asuntos” parece superar la leyenda.

El mito, ya de por sí retorcido, tomó un giro tétrico el 31 de mayo de 2014. Morgen G. y Annisa W., dos niñas de 12 años residentes en Waukesha (Wisconsin), se conocen e intiman cuando comienza el curso. Crean entonces una amistad muy especial. Annisa y Morgen tienen una imaginación desbordante y, ambas, comparten aficiones literarias comunes: son fans de los creepypastas y de la literatura de terror. Entre ellas estalla una amistad que retroalimenta sus fantasías.

Las amigas deciden asesinar a otra niña –Payton- aprovechando el barullo del cumpleaños de Morgen, ya que las tres van a dormir en la misma casa para hacer una fiesta de pijamas. Van un parque que tiene una zona boscosa cercana y con la excusa de que van a jugar al escondite, la llevan a la zona más profunda y allí le asestan 19 puñaladas con un cuchillo de cocina. Las autoras dejan en estado agonizante a la víctima y se escapan del lugar del crimen. Payton se arrastra hasta una carretera cercana donde es recogida por un ciclista a la que narra los hechos y es trasladada a un hospital donde le salvan la vida.



Mientras todo esto ocurre, Morgen y Annisa son detenidas por un policía al que le resulta sospechosa la presencia de dos niñas tan pequeñas caminando solas por el arcén de la Interestatal 94. Annisa le cuenta al policía que acaban de asesinar a Payton L. y que se dirigían a la Reserva Natural de Nicolet donde se encuentra la mansión de Slenderman para reunirse con él. Los antecedentes y los precedentes de este caso criminal tan extraño son narrados con todo lujo de detalles y mucha pericia por Irene Taylor Brodsky en su documental Beware the Slenderman que acaba de estrenar la cadena HBO en nuestro país.






  


Y en esa “fiebre” por lo sobrenatural citada por el director de “Verónica” en la entrevista,  podríamos situar este otro asunto, todavía más sombrío y lleno de incógnitas. Más terrenal que paranormal, porque se trata de un crimen atroz,  pero conectado con esa “mundo paralelo”. Como citó en una ocasión, un lector de este blog: … las dos realidades… “la que ves y la que no ves”…









El distrito de Vallecas -dónde se suceden los hechos descritos en la película “Verónica”- tiene como vecino a otro distrito sobradamente conocido: Carabanchel. Un extraño hallazgo, tiene lugar en una de sus calles.





El 11 de septiembre de 1997, un vecino del lugar encontró de noche en un contenedor de basura de la calle de Gallur (Carabanchel) un cuerpo descuartizado. El cadáver, de un hombre desnudo de unos 30 años, estaba estrujado en una caja de cartón del tamaño de un televisor. Al abrir el paquete, la policía sacó varias bolsas de plástico de color azul con distintos trozos del cuerpo. Los agentes no hallaron la cabeza, las manos ni los pies a pesar de que rastrearon los contenedores de la zona y los alrededores de la calle de Gallur, enfrente del cerro de la Mica.
Nadie en el barrio había visto nada, pese a que los agentes aseguraron que para echar un paquete tan voluminosos se necesita, al menos, dos personas. Un miembro de la comisión judicial que acudió al lugar indicó a los vecinos que el cadáver correspondía a un hombre de complexión fuerte, de unos 30 años y de una estatura de 1,70






El vecino que descubrió el cuerpo,  explicó anoche que confundió éste "con un cerdo". "Al ver que era un hombre me asusté mucho y llamé a la policía y el Samur", afirma. En las bolsas no había ni restos de sangre ni documento que pueda conducir a la identificación.

El crimen fue cometido, a tenor de las pesquisas, el mismo día en que se halló el cuerpo. Los descuartizadores, sólo dejaron el tronco y las piernas, serradas a la altura de la región inguinal. Y por lo que se describe tuvo que ser “desangrado” en otro lugar.








La cabeza, las manos y los pies nunca fueron hallados, lo que ha dificultado la identificación.

El caso comenzará a conocerse con un peculiar nombre:

***El caso del “hombre sin rostro”.


Los extraños tatuajes:

Las mutilaciones que presentaba el cuerpo, hacían que la identificación fuera imposible, por lo que la Policía realizó incansables gestiones para dar con el nombre de la víctima:

El cadáver –lo que quedaba de él- presentaba unos curiosísimos tatuajes –en aquellas épocas los tatuajes no estaban de moda como en la actualidad, y eran escasas las personas que presentaban estos símbolos grabados en la piel-:

Tres meses después de su descubrimiento, la policía sigue sin conocer la identidad de ese hombre, cuyo pecho tatuado ha despertado inquietantes sospechas: en el pectoral derecho llevaba marcado el signo del diablo (el número 666) y de sus acólitos (una estrella de cinco puntas dentro de un círculo).Para completar el enigma, junto a otros signos cabalísticos, la víctima lucía en su hombro un tatuaje que representa un escorpión.






Ante la falta de pistas sobre este oscuro crimen, en el que se ha barajado la participación de sectas satánicas, la policía ha solicitado la colaboración ciudadana

La investigación:

Este crimen con claros vínculos esotéricos, tuvo una investigación realmente compleja, un rompecabezas de difícil reconstrucción.

Poco a poco se fueron conociendo más datos y detalles del macabro crimen:

  

Se empezó a hablar sin tapujos, por parte de los investigadores de un más que posible “crimen ritual”, cometido por una comunión de fanáticos.





Además de las mutilaciones descritas, había una serie de heridas muy peculiares. El cuerpo presentaba 16 heridas punzantes realizadas con un estilete, sólo dos de estas fueron mortales de necesidad, las otras 14 habían sido inferidas en el mismo lugar. En el omoplato izquierdo. Lo cual implicaba algún tipo de dinámica ritual o ceremonial de tipo demoníaco, según los investigadores. Se descartaba el crimen pasional, ya que en estos casos las heridas son desperdigadas o dispersas, debido a la ofuscación del acto criminal de estas características. Por lo tanto estaban claramente dirigidas a esa región concreta del cuerpo.  La utilización de esta arma concreta, un estilete, también podría indicar la presencia de elementos típicos de este tipo de ceremoniales o ofrendas. De hecho se describen como heridas profundas pero pequeñas, sin desgarros. Un trabajo “bien hecho” con regodeo, torturándolo en una lenta agonía propia de este tipo de actos rituales.




Se llegó a hablar que la víctima podría ser de hecho, algún sacerdote de alguna congregación oscura, y que podía haber sido sacrificado por adeptos en medio de algún ceremonial. El crimen sucedió en una noche marcada por una luna en cuarto creciente. El cadáver fue descuartizado con una sierra. El cuerpo apareció sin cabeza, sin manos, y sin pies.


-El código de barras:

La caja que servía de improvisado ataúd de cartón, y que contenía los restos de la víctima, se correspondía con un televisor de grandes dimensiones. En una de las etiquetas, los investigadores hallaron un código de barras, y procedieron a comprobar la trazabilidad del producto, para determinar el lugar de origen de la caja. Al parecer la policía tenía claras algunas cosas:





-el crimen no había sido cometido en Madrid.
-el cuerpo habría viajado en un vehículo recorriendo bastantes kilómetros.
-la víctima había fallecido dos horas de ser encontrada en Carabanchel.
-el crimen había sido cometido en una casa de campo o fábrica abandonada  los escenarios más adecuados para haber realizado todo el largo proceso que engloba este tipo de crímenes rituales, y lejos de miradas indiscretas -según detalla el artículo-.





Finalmente la pista del código de barras, no condujo a ningún lugar. Se pudo cotejar que la caja procedía de Zaragoza, pero las gestiones realizadas allí, no despejaron ninguna incógnita.

La pista más fiable, seguía siendo la de los tatuajes. Los propios forenses descartaron que estos hubieran sido realizados en la cárcel. Eran tatuajes muy concretos, y realizados profesionalmente.
   
Para la policía el “hombre sin rostro” era un sacerdote de Satanás. Y además pertenecía a la “alta burguesía”





Las pesquisas se trasladan a INTERPOL, y se baraja la posibilidad de que la víctima desconocida sea de nacionalidad extranjera. Podría pertenecer a un grupo con carácter “itinerante” que practican sus extrañas ceremonias en distintos países.









Los signos cabalísticos hallados en la piel de la víctima, eran propios de rituales de magia negra, o satánicos. Según el Padre Pilón –Jesuita-, y una autoridad reconocida por la iglesia en temas de satanismo, destacó la existencia de dos vertientes o corrientes dentro de este tipo de logias o sectas oscuras:


 -satanistas: lo conforman gente de baja condición social
 -luciferinos: cuyos integrantes suelen ser individuos que viven en ambientes sociales de un alto poder adquisitivo.

Según la simbología de los tatuajes que presentaba podría pertenecer a alguna asociación satánica extranjera.



Las mutilaciones eran descritas como perfectas o profesionales, se habló de una sierra eléctrica. Conocimientos. Quizás esas “destrezas” implicaran a alguien relacionado con el ámbito médico-quirúrgico. El hecho de que dejaran el torso con tantos tatuajes esotéricos, indicaba que los autores, querían que quien descubriera los restos viera que allí estaba presente la mano del diablo –así lo describe la prensa-.

Se llega a detallar que las mutilaciones podrían obedecer a algún tipo de rebelión contra el jefe del grupo sectario, para posteriormente cortar la cabeza y extremidades, con el objeto de conservarlas como “trofeo”.

También describe –según documentos incautados a una secta “oscura”- como se realizan este tipo de ofrendas  voluntarias –suicidio o inmolación – y las involuntarias –asesinatos-








Se analizaron también los robos sacrílegos –hostias sagradas, cálices, etc-, profanaciones de cementerios, por si estaban relacionados con el crimen.


Toxicología:
Se enviaron muestras de la víctima, para comprobar si había restos de tóxicos. La idea era determinar si la víctima había consumido algún tipo de psicotrópico o drogas, para comprobar si era adicto o consumidor de este tipo de sustancias. O si estos habían sido consumidos en alguna “orgía de muerte”.
 También comprobar si había rastros de somníferos, lo que podría indicar que podría haber sido inducido a tomar contra su voluntad algún tipo de sustancia, para realizar este tipo de rituales.
Se enviaron trozos de piel con los tatuajes para identificar el tipo de tinta con el que se realizaron.
También fueron remitidos otras partes de la dermis y epidermis para conocer si podría haber absorbido drogas por los poros de la piel debido a que ancestralmente se utilizaba una mezcla de belladona, sangre y grasa o sebo que se aplicaba directamente sobre la piel para ser asimilada –unguentos-.



También se enviaron muestras para detectar la existencia de plantas visionarias –beleño, belladona, etc- o hongos alucinógenos –amanita muscaria- mordisqueados o consumidos durante este tipo de aquelarres.






La investigación fue muy exhaustiva y completa en esta ocasión, como hemos podido comprobar, pero a veces el éxito de este tipo de asuntos necesitan también de un golpe de suerte, o de un pequeño detalle insignificante. En este caso parece que la suerte fue esquiva para los investigadores y a pesar de haber trabajado muy duro, no consiguieron su objetivo. Identificar y esclarecer el crimen.

Identificación nula.
Los únicos datos de los que disponía la policía española, para identificar a la víctima eran sus posibles características físicas.
Varón, raza blanca, entre 35 y 45 años, de un metro setenta/ ochenta de altura, y de complexión fuerte, con abundante vello castaño en el pecho.

Con estos datos, nadie reclamó jamás el cuerpo de esta persona. Su caso parece que continúa siendo un misterio. Un auténtico expediente X.  Pero la policía parecía tener claro cual el era el posible móvil del crímen:







Sólo parece tener vigencia, en este extraño caso sin esclarecer, la pista de los tatuajes:





    ilustración de la noticia -ABC-
    
  

Descripción realizada por el experto sobre los tatuajes que presentaba  la víctima:

Un círculo –la representación del advenimiento del anticristo- asociado probablemente con la llegada del milenio –propio de la época en que suceden los hechos-. En su interior un pentáculo o estrella de cinco puntas que enmarcan un pentágono utilizado para invocar al Diablo, Belcebú o como quiera llamársele. El 666 el número de la bestia. El triángulo equilátero en su vértice superior indica el nivel de conocimiento adquirido en estas prácticas diabólicas. El resto de los símbolos aunque parecen simples “emes” son en realidad el “alfa y el omega” el principio y el fin en el alfabeto griego. En cuanto a la curiosa inscripción situada en el centro del pentágono puede tratarse de una cruz griega no muy lejana a otras cruces que posteriormente fueron tomadas por otras órdenes.

Se trataría en resumen de una secta satánica muy críptica, en la que el hermetismo sería la nota predominante, ya que sus conjunciones son muy extrañas, habría de investigarse en órdenes de esta índole inglesas o orientales.

Presumiblemente en esta secta para realizar sacrificios se ha tenido en cuenta las fases astrológicas más que las lunares e indudablemente quienes realizaron el crimen tenían conocimientos de anatomía, tal como se demuestra por el tipo de cortes que presentaba el cadáver de la víctima.

(fuente: diversos artículos diario ABC  y El País)





Como en tantas ocasiones les he descrito, a veces las “casualidades” se suceden, y un crimen parece mirar a otro por el espejo retrovisor. Las similitudes, los ítems coincidentes, saltan en el archivo mental y se entrecruzan por alguna extraña razón desconocida. Si en el post anterior hablamos sobre las enigmáticas siete monedas del caso de Tarragona y las monedas que portaba una de las niñas de Alcásser, en esta ocasión los enigmáticos tatuajes del “hombre sin rostro” nos sitúan de nuevo ante un escenario valenciano. Concretamente en los barrancos de la localidad vecina de Picassent –Valencia-.

En el año 1995, fue encontrado mutilado el cadáver de un hombre en el barranco del Segur junto a un campo de naranjos en Picassent.
En enero del año 1995 es encontrado en un huerto de Picassent el cadáver de un hombre descuartizado. Un agricultor encontró primeramente el tronco apuñalado el cual estaba semienterrado con plásticos y cartones. Al día siguiente cuándo las FCSE rastreaban la zona fueron hallados en un barranco de la localidad, los restos que faltaban : cabeza, piernas y manos.* El cuerpo había sido descuartizados con cortes “limpios” y quien se encargó de despedazar a la víctima sabía perfectamente lo que hacía según fuentes de la investigación. Profesionales. Según la prensa el cuerpo estaba salvajemente acuchillado, y presentaba signos de tortura. Se empleó un estilete o similar. 





Cita también que los autores tuvieron bastante tiempo, para deshacerse del cadáver pues los restos aparecieron en puntos muy dispersos entre sí. El cuerpo presentaba un avanzado estado de descomposición e iba indocumentado.

*el hallazgo de los restos humanos que faltaban: cabeza, pies, y manos – permitían "completar" e identificar a la víctima- y el análisis del patrón de heridas de la víctima no hacen sino corroborar que en este crimen pudo haber otro tipo de factores “desconocidos” y que las mutilaciones NO obedecían a una intención por parte de  los autores de los hechos de dificultar la identificación –las denominadas heridas de tipo “precautorias”-, sino que estas podrían formar parte de otro tipo de dinámicas. Heridas que también podrían encuadrarse dentro de la “firma” ya que no son necesarias para consumar el crimen –había sido apuñalado en el torax, igual que el caso de Carabanchel- y forman más bien parte de un “ritual” ya que muestran mutilaciones sin la intención de ocultar la identificación.


Este crimen también tiene un cúmulo de curiosidades. Noticias posteriores que amplían la información citan que al parecer el hombre apodado “el loco” Raúl V.P. 43 años, habría sido engañado por sus asesinos. La víctima, relacionada con asuntos de drogas,  habría sido invitado a una “orgía” dónde pudo ser drogado por una mujer, para luego ser asesinado y descuartizado.
Dos personas fueron detenidas por estos hechos – un hombre de nacionalidad argentina – con negocios de sadomasoquismo en Valencia, como pudimos comprobar investigando su rastro en nuestro país. Individuo al cual la investigación adjudicaba el rol de hábil descuartizador- y su compañera, de curioso apellido, la cual ejercía la prostitución y habría sido la encargada de engañar y drogar a la víctima durante el desarrollo de esa hipotética “orgía”-.


No obstante existen divergencias sobre la autoría de los hechos, y la situación procesal de los detenidos –quedaron en libertad en dos ocasiones- Posible móvil del crimen: ajuste de cuentas.


Lo especialmente característico de este crimen, además de las mutilaciones tan peculiares y el arma empleada, eran sin duda la multitud de  tatuajes que presentaba –al igual que en el caso de Carabanchel-  la víctima descuartizada.

La noticia está fechada un 27 de enero de 1995:





Entre estos cabría destacar los de tipo astrológico: media luna y el signo de cáncer.
Y sobre todo la estrella de cinco puntas, la cola de escorpión, y el extraño símbolo de las dos líneas en forma de V que no llegan a unirse por la base.




El 11 de octubre de 1997 –es decir justo un mes después de la aparición en Madrid del cuerpo descuartizado del “hombre sin rostro”- es degollada en un garaje sito en las proximidades del barranco de Picassent una mujer de 48 años. Lo curioso de este caso, todavía sin resolver a día de hoy, es que la víctima había sido monja, durante diez años –entre los años 1985 y 1995- en la congregación religiosa “Hermanas de la Consolación”.

Es decir colgó los hábitos sólo dos años antes de ser asesinada. su asesino le propino un golpe en la cabeza y luego la degolló. La víctima consiguió salir a la calle y pedir auxilio, pero murió desangrada en cuestión de segundos. El agresor un hombre de unos veinticinco años, pelo largo y camisa verde huyó tras esquivar un coche que casi le arrolla en la huída. Nunca fue encontrado. Su caso sigue sin resolver.


    fotograma: "Verónica"



Los “profesionales del horror” parecen superar con creces, el guión más endiablado, de cualquier película de terror.


    Fuente: La Vanguardia.




sábado, 19 de agosto de 2017

El enigma de las siete monedas. La cortina de humo.




“EL SÍNDROME TÓXICO ES EL ÚNICO TEMA DE LA TRANSICIÓN QUE NO SE TOCA”


A esta aseveración habría que añadir si cabe, otro asunto más. El caso Alcásser.
Rara vez, los verán ustedes en programas de televisión estos dos casos. Ni tampoco en esos exhaustivos reportajes de investigación. Dos temas “sentenciados”. Cerrados a cal y canto. Con el candado de la verdad, bien cerrado. Como diría Jon Sistiaga, dos asuntos “Tabú”.



El Caso Alcásser y el Síndrome Tóxico. Dos casos horribles e inclasificables,  que golpearon de lleno a la sociedad española en los años noventa y ochenta. Dos de los asuntos sin duda  “más graves” tanto por su repercusión, como por su errática resolución. Plagados de multitud de sombras e incógnitas, jamás despejadas, y que no han hecho más que retroalimentar y acrecentar todo tipo de teorías alternativas a las oficiales.

Sobre el caso Alcásser hemos hablado largo y tendido. Sobre Alcásser y todo lo que rodea a este triple crimen. Concretamente sobre los “otros” crímenes nunca esclarecidos. Conectados o no, pero extrañamente ubicados o acaecidos en esas mismas montañas o en parajes demasiado cercanos. En fechas también inquietantemente próximas.
 Hemos podido comprobar los peligros que acarreaba ser menor en esa época en determinados lugares. Hemos visto errores incomprensibles en investigaciones defectuosas. El propio Caso Alcásser, con pruebas biológicas y con una dinámica de triple crimen abominable sin parangón  apunta directamente a la existencia de unos partícipes de los hechos que nunca se llegaron a sentar en el banquillo de los acusados.

¿Qué tienen en común el Caso Alcásser y el Síndrome tóxico o el  llamado caso de la “colza”?. Aparentemente nada. Un triple crimen y un envenenamiento masivo no parecen aproximarse demasiado.  Pero quizás ese “aura” de tema intocable o maldito, los convierte en primos hermanos de una misma época, y por desgracia con una resolución final bastante similar.








Si profundizamos un poco más, descubriremos que ambos casos compartieron un nexo común. El ilustre catedrático de medicina legal D. Luis Frontela, fue el encargado de emitir –a petición de las partes: encausados o familiares de las víctimas-, sendos informes que pusieron en “tela de juicio” otro tipo de actuaciones o valoraciones médico legales.









Catedrático de Medicina Legal, Especialista en Medicina Legal y Forense, Especialista en Cirugía General, Especialista en Traumatología y Ortopedia, Director del Instituto Universitario de Medicina Legal y Ciencias Forenses de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla. Es uno de los forenses más reconocidos del país. Se formó en Italia y EE UU. Y en Scotland Yard en investigación de incendios.


En ambos casos (Alcásser y Síndrome Tóxico), este hombre de ciencias, especialmente metódico y perfeccionista en su trabajo –lo cual le ha deparado no pocos encontronazos con sus colegas de profesión-, trabajó siempre contracorriente, y pareció toparse con una inmensa cortina de humo. Como si esta hubiera sido tejida por algún tipo de razón desconocida. Para tapar las negligencias en el hallazgo de los verdaderos causantes, o para difuminar otras realidades ocultas e inabarcables.
  



Muchos de ustedes, por su juventud, no conocerán esta parte de nuestra “historia negra”. Historia al fin y al cabo, que viene a ilustrar una época especialmente sombría en la que algunos asuntos gravísimos se despachaban con una pasmosa frialdad.


Un breve resumen del síndrome tòxico:

Calificado como el «mayor envenenamiento de la historia de España» o «la mayor catástrofe desde la Guerra Civil».
En la primavera de 1981 fueron envenenados más de 60.000 españoles
Se estima que fallecieron más de mil personas en nuestro país. Otras cifras elevan a varios los miles los fallecidos como consecuencia de las secuelas sufridas por el envenenamiento, durante los años posteriores.  


A lo largo de 30 años, ha matado a más de 4.000 personas y afectado a otras 25.000, de los cuales 17.000 aún hoy presentan lesiones irreversibles. (fuente ABC)



El síndrome tóxico, también llamado «neumonía atípica», fue detectado en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz el 1 de mayo de 1981, al morir en brazos de su madre durante el trayecto al hospital el niño de ocho años Jaime G.V.



En pocos días, la epidemia alcanzó a otras trece provincias españolas, todas ellas situadas en el noroeste de la Península, salvo Galicia y Cantabria, y afectó sobre todo a personas de clase media-baja residentes en las zonas periféricas de las ciudades. Se cebó especialmente con las dos Castillas.





En los primeros días surgen diversas teorías sobre el origen de esta epidemia. Finalmente el gobierno anuncia por televisión que la culpa de todo la tiene una partida de aceite de colza desnaturalizado, distribuido en venta ambulante. Los industriales y comerciantes que han intervenido en el proceso de importación, manipulación y distribución de este aceite son los únicos que se sentaron en el banquillo de los acusados. Este aceite había sido importado de Francia para uso industrial, pero distribuido para el consumo humano, de forma fraudulenta y desde un almacén de Alcorcón, después de haberle extraído la anilina a alta temperatura



  
EL JUICIO

El sumario no se concluyó hasta el 4 de marzo de 1986 (el mayor de la historia procesal española, con 150.000 folios) y hasta el 30 de marzo de 1987 no comenzó el conocido como “juicio del siglo”.


El juicio fue definido de la siguiente manera por un Doctor, perito del caso:

“Extremadamente escandaloso y moralmente hipócrita y prevaricador, tanto en la fase de Instrucción como en el de la Vista Oral; sin embargo judicialmente inatacable, dado que se parapetaron en los pronunciamientos de los ‘científicos’ que, en último término, pivotaron en el ‘parecer’ conclusivo emitido por el informe realizado en 1987 por Sir Richard D., informe que contradecía su informe previo de octubre de 1985 en el que concluía ‘hay, sin embargo, demasiadas lagunas de evidencia como para poder concluir definitivamente que el aceite sea la causa del Síndrome Tóxico”.





Denuncia de irregularidades. Destrucción de las pruebas de cargo.

“…también fue muy criticada la instrucción del sumario y el proceso judicial, debido a graves irregularidades entre las que destaca el sorprendente hecho de que el 27 de julio de 1981, el juez instructor del sumario XXX, autorizara la destrucción del aceite por el que se juzgaba a 38 personas. Afortunadamente, tanto el fiscal como abogados de la defensa presentaron sendos escritos para exigir la no destrucción de las principales “pruebas del delito”.




  


Pero a lo largo de estos años ha habido una serie de científicos que han evidenciado que el aceite presuntamente tóxico no pudo haber sido el causante de la tragedia.

Entre esos científicos se encontraba el forense que realizó las segundas autopsias  -las más exhaustivas, completas y esclarecedoras-  a las niñas de Alcásser, gracias a las cuales conocemos muchos esclarecedores “detalles” de este triple crimen que por alguna extraña razón habían pasado desapercibidos o habían sido “ocultados” a la opinión pública.



El Dr. Luis Frontela junto al Dr. Antonio Muro, entre otros científicos mantenían que otro “agente” distinto al aceite de colza, había sido el causante del envenenamiento masivo. Se referían a un potente pesticida organofosforados fabricado por una multinacional.

Curiosamente, este pesticida era fabricado en Valencia. Concretamente en una fábrica situada en Quart de Poblet y desde allí distribuido a distintos puntos de España. La producción del pesticida en esta planta, se calcula que era de unas 700 toneladas anuales.
El empleo de este potente pesticida de uso agrícola estaba  autorizado para numerosos cultivos, como naranjo, manzano, viñedo, parrales de vid, tomate, pimiento, judas, melón, pepino, patata, algodón, tabaco, remolacha, plantas ornamentales y viveros de plantas leñosas.

  

¿Cuál era la función del Dr. Frontela en este proceso?


El Dr. Frontela había sido contratado por los abogados de la defensa de los encausados -aceiteros- para poder demostrar que el aceite no era el causante del mal,  según se detalla en la prensa:

  

“…La defensa de los acusados en el juicio de la colza está firmemente decidida a demostrar la culpabilidad de los productos de XXXXX (multinacional). Por eso ha pedido que el XXXXX y el XXXXl (nombres comerciales de los pesticidas) sean administrados convenientemente a un grupo de 30 monos importados del Reino Unido para este efecto El perito forense Luis Frontela se encargará del experimento, en un intento de mostrar que los pesticidas causaron el síndrome…”
Los directivos de la multinacional XXXXX  creen que los monos morirán, como puede morir un ser humano ingiriendo medio kilo de azúcar "Pero lo más probable", bromean, "es que los monos se mueran de aburrimiento"…

(fuente “El País”)



El resultado de los experimentos fue el siguiente:

El aceite adulterado supuesto causante del síndrome, administrado a los monos, no tuvo ningún efecto negativo para la salud de los animales.

“…Los principales disidentes, aún hoy día, de la versión oficial, son -una vez fallecido el doctor don Antonio Muro, al que se le llegó a llamar lunático y falsario- el médico forense sevillano Luis Frontela, que asegura que ni las anilinas ni las anilidas del aceite adulterado producen envenenamientos de este tipo, pues él lo ha experimentado con monos y en largas y grandes dosis, y los animales no han mostrado intoxicación alguna. El coronel médico Luis Sánchez Monge y los epidemiólogos Javier Martínez y María Jesús Clavera van más allá, y aseguran que la intoxicación se debe a pesticidas organofosforados que se emplearon, sin el debido control, en cultivos de hortalizas en invernaderos, seguramente en la provincia de Almería. Y hay quien afina más y señala un pueblo de esa provincia llamado Roquetas de Mar, en donde algún agricultor utilizó pesticidas organofosforados en el cultivo de tomates en invernadero. Hoy día son ya muchos más los médicos y los químicos que sostienen que el origen de la enfermedad por envenenamiento está en el uso de pesticidas organofosforados. Y aportan pruebas de laboratorio realizadas en animales. Su trabajo de investigación no coincide con la tesis oficial, pero están reuniendo datos y elaborando informes por su cuenta y riesgo. La hipótesis del aceite de colza desnaturalizado, dicen, no puede sostenerse científica mente, pues carece de rigor. Y hay quien habla del montaje del síndrome tóxico para ocultar las responsabilidades de una importantísima empresa de productos químicos y farmacéuticos…”
(La Vanguardia) 




Sin embargo el Dr. Frontela sí pudo probar los demoledores efectos del pesticida de uso comercial en ratones:


«Según mis investigaciones y las de mi equipo de colaboradores -asegura el doctor Luis Frontela Carreras a CAMBIO16-, el XXXXXX –nombre comercial del pesticida-  es con mucha probabilidad el agente causante del envenenamiento masivo conocido como "síndrome tóxico"».
«Yo utilicé el XXXXXXX -se ratifica Frontela ante CAMBIO16- en plantaciones de pimientos dos semanas antes de la recolección. Administrados a lotes de ratas, reproducían fielmente la sintomatología de los afectados por las "neumonías atípicas" de mayo-junio de mil novecientos ochenta y uno, y morían a los pocos días».

“…El aceite no tuvo en realidad nada que ver con el síndrome tóxico. Nada, excepto que formaba parte en muchos casos del mismo plato que también contenía los tomates que llevaban el tóxico…”

“…Sólo tres de cada mil personas que consumieron la colza supuestamente envenenada han resultado afectados...”

 

Esto podría explicar la anormal incidencia dentro de una misma familia o dentro de un mismo edificio dónde el aceite era vendido por garrafas, a granel. Y dónde inexplicablemente al haber ingerido alimentos elaborados con “el mismo aceite” unos resultaban afectados y otros no.

El aceite era simplemente el aliño de las hortalizas contaminadas por el pesticida.

 

También podría explicar las anomalías en la distribución de los casos a nivel geográfico. Dado que hubo otras zonas como en el caso de Cataluña dónde grandes lotes de ese mismo aceite fue distribuido a granel, y no se detectaron casos de afectados.

 

Los tomates contaminados eran semiselectos de la variedad 'lucy', razón por la cual su consumo no había afectado a clases o zonas urbanas adineradas.

 

Los aceiteros fueron los únicos condenados a distintas penas de cárcel. Las penas a 13 de los 37 procesados oscilaron entre los seis meses de arresto y los 20 años de cárcel.

 La teoría “B” que ponía el foco en el citado producto pesticida y que era avalada por distintos científicos, fue desestimada.

 

¿Qué suerte corrieron algunos de estos investigadores e implicados?

El doctor Antonio Muro, que defendió la tesis de un envenenamiento por vía digestiva, fue cesado en su cargo como director en funciones del Hospital del Rey (Madrid) y, posteriormente, falleció de un cáncer de pulmón.




   Higinio O, colaborador del Dr. Muro en sus investigaciones, falleció de cáncer de hígado. Otros dos componentes del equipo de Antonio Muro tuvieron que ser intervenidos quirúrgicamente y se les extirpó sendos cánceres.         Especial mención merece el investigador Andreas Faber-Kaiser  cuyo libro “Pacto de Silencio”, fue citado en los sumarios del Juicio del Síndrome Tóxico, denuncia y documenta que el aceite de colza no pudo ser el causante de la intoxicación colectiva del Síndrome Tóxico, y que muchos de los afectados podrían estar curados si no se hubiera ocultado la verdadera causa de la intoxicación.     

En su último artículo, publicado en el número 56 (octubre de 1993) de la revista “Más Allá de la Ciencia”, bajo el título de "Confesiones de Andreas Faber-Kaiser entre la vida y la muerte", reconoció que era portador del VIH,  sin poderse explicar cómo había podido infectarse, y relacionándolo con sus investigaciones sobre el Síndrome tóxico, ya que tanto él como otros investigadores y médicos que intentaron avanzar realmente en el origen de esta extraña dolencia murieron o padecieron súbitas y mortales enfermedades.

Andreas Faber-Kaiser murió de sida en el hospital barcelonés de Can Ruti el14 de marzo de 1994 a los 49 años de edad.

Las víctimas de esta tragedia, las que no se han quedado en el camino, y llegan hasta nuestros días siguen alzando sus voces para denunciar su situación actual:

"En el transcurso de los años nos han ido abandonando en todos los sentidos, tanto en el ámbito político, como sanitario, como investigación de la enfermedad. Todos nuestros órganos internos están afectados y muchos de los enfermos no han podido trabajar". Esta víctima considera una "vergüenza" que todavía no hayan tenido un reconocimiento por parte del Gobierno y que no estén "presentes" en la sociedad. "No estamos ni en los libros de historia".  (El mundo 30-3-2017)



 «--Tengo la certeza de que el aceite no mató a nadie. Cuando empecé a descubrir, con ensayos sobre chimpancés, que el causante de tanta muerte era una sustancia química del grupo de los organofosforados, llamé al secretario general de la Organización Mundial de la Salud para decírselo y su respuesta fue: "--Ya lo sé"».


Profesor Luis Frontela –extraído entrevista “gente del puerto” “De la clínica al forense”



Paralelamente a este trágico asunto, se suceden una serie de extraños sucesos en la provincia de Tarragona -lindante con la Comunidad Valenciana-.

El viernes 13 de enero de 1.984, aparece en los periódicos las primeras  noticias relativas a la desaparición en extrañas circunstancias pocos días antes de la  mujer de un industrial “aceitero” condenado por el caso del síndrome tóxico. En las inmediaciones de la estación de Salou, apareció el coche de la mujer abandonado, con un abrigo de piel en su interior y otros efectos personales.



  

Aparición del cuerpo/ macabro hallazgo:

Dos semanas después de haber sido desaparecido, es hallado en un vertedero, en un descampado de Reus el cuerpo sin vida de María Teresa M. de 44 años de edad.
El cadáver se hallaba seccionado y los restos de la mujer estaban repartidos en distintos puntos por el campo. La cabeza y el torax -con las manos atadas al cuello- por un lado y en otro lugar fueron encontrados el abdomen y las piernas cortadas a la altura de las ingles. El cuerpo sólo llevaba puesto la ropa interior. Los dedos de la mujer mostraban signos de “congelación” de lo que se deducía que el cadáver había estado introducido en algún frigorífico. Portaba los pendientes y una cadena de oro al cuello. El cuerpo además de las mutilaciones descritas presentaba numerosos golpes en distintas zonas: cabeza, manos, y en la cara, por lo que la pobre mujer tuvo que ser sometida a un auténtico suplicio.
Según la autopsia habría muerto cuarenta y ocho horas antes de ser hallada, de lo que se deduce que estuvo varios días cautiva y sometida a todo tipo de torturas. La muerte le habría sobrevenido por fractura del cráneo, y el cuerpo había sido mutilado con una sierra





El hallazgo fue comunicado a su marido que cumplía por entonces prisión en la cárcel de Tarragona, por estar implicado en el denominado asunto del síndrome tóxico, dado que poseía una importante empresa de aceites, y estaba relacionada con la presunta comercialización del aceite de colza desnaturalizado.


Hipótesis:
La familia había recibido una carta de un posible secuestrador reclamando una cantidad de dinero, pero los investigadores descartaron cualquier relación con el desenlace.
Según la prensa, se barajaban otras hipótesis: la acción de un sádico sexual –también descrito como un maníaco “altamente peligroso”- , o que el crimen tuviera relación con algún tipo de rito extraño. Satánicos en concreto, según se describe.

El propio Gobernador Civil daba más credibilidad al posible “crimen ritual” por un extrañísimo hallazgo realizado en el cadáver, y que se interpretó como “un mensaje” que el autor-es de los hechos lanzaban a alguien.




Un hallazgo inesperado:

Al parecer el cuerpo tenía en su mano izquierda un guante de color gris en cuyo interior se encontraron siete monedas. La mano derecha presentaba más golpes que la izquierda.

Al parecer la policía seguía una línea de investigación relacionada con el esoterismo, dado que la fallecida era aficionada a visitar con frecuencia una vidente. La mujer padecía un cáncer y al parecer consultaba a esta mujer, con la esperanza de obtener algún tipo de ayuda en la curación de su enfermedad.
De hecho se cita la posibilidad de la existencia de un sádico perteneciente a algún tipo de secta.

  






“…El 7 es considerado un número mágico porque se compone del sagrado número 3 y del terrenal número 4 estableciendo, así, un puente entre el cielo y la tierra
“El número siete -dijo Hipócrates- por sus virtudes ocultas, tiende a realizar todas las cosas; es el dispensador de la vida y fuente de todos los cambios, pues incluso la Luna cambia de fase cada siete días: este número influye en todos los seres sublimes”.
Su simbología se obtuvo, probablemente, a partir del cielo, donde los siete planetas clásicos forman un todo: el septenario. El Sol, la Luna y los planetas visibles: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. La inmensa mayoría de símbolos de siete elementos en el mundo entero derivan de este modelo celeste de las siete esferas.

Los pecados (o vicios capitales) también se pueden asociar con el septenario: la soberbia al Sol, la avaricia a Saturno, lujuria a Venus, la ira Marte, la gula Júpiter,  la envidia  a Mercurio, la pereza a la Luna…”



Las siete monedas. ¿Mensaje o parte de algún Ritual?.

El cadáver de la mujer del empresario aceitero, presentaba una curiosa atadura –que parece propia de disciplinas sadomasoquistas o similares-. Las manos estaban atadas al cuello. No se detalle si por delante o por detrás de este. El cuerpo estaba en ropa interior, lo que también parece denotar algún tipo de actividad o connotación sexual, si bien no se conoce si la mujer sufrió algún tipo de agresión sexual.
  
Igualmente extrañísimo, es que ambas manos estuvieran cubiertas por unos guantes de color gris, y que en el interior de la mano izquierda como ya hemos citado se encontraran siete monedas de curso legal.


Se llega a detallar que entre el guante y los dedos fueron halladas dos monedas: una de 50 y otra de 25 pesetas. Según el Gobernador Civil, desconociéndose cual podría ser el significado, dejando también abierta la posibilidad de un “ajuste de cuentas” relacionada con la “mafia del aceite de colza”. Se incidía por la investigación en el carácter mágico del número 7, y su asimilación con rituales o casos de exorcismos.







Un asunto verdaderamente “peligroso”

Un corresponsal de un periódico de Barcelona, Tomas C. fue objeto de diversas amenazas tras hacerse cargo de la investigación correspondiente a este terrible y extraño asesinato. Concretamente se cita que fue advertido personalmente en una cafetería de Tarragona. Con posterioridad tanto él como su esposa fueron amenazados con varias llamadas telefónicas. No será la única persona en recibir "amenazas", por este caso.


Resolución: contradicción / autoconfesión.


Por este horrible crimen fue detenida una persona. Un joven de 22 años, vecino de la víctima en el mismo edificio. Hijo de un juez, y con una hermana pequeña muerta también en extrañas circunstancias –cayó por una claraboya-.  
Un personaje misterioso, y descrito como extraño. Según el relato del joven, que incurrió en numerosas contradicciones, invitó a la mujer a entrar en su domicilio, allí la golpeó con una herramienta, y descuartizó con una sierra de mano su cuerpo en la bañera (la sierra nunca llegó a aparecer)
Para completar el rocambolesco relato de los hechos, el joven declaró que subió al piso de la mujer, y le pidió a la propia madre de la víctima una cuerda… Con esa cuerda ató posteriormente los sacos dónde introdujo los restos de la víctima. Según este habría dado muerte a la mujer el mismo día que desapareció –quince días antes de ser encontrada- , algo que no cuadraba en absoluto con el relato de la autopsia como se puso de manifiesto en el juicio –que indicaba que habría muerto 48 hs antes del hallazgo-

 Nunca se pudo determinar el “móvil” del crimen. De hecho un responsable policial llegó a declarar que “era el primer crimen que conocía sin un móvil”.

  


Muy al estilo del Caso Alcásser, el autor de los hechos, Angel M. se declaró culpable en varias manifestaciones realizadas ante la policía, pero luego en el juicio oral se declaró inocente, no ratificando esa culpabilidad, en un extraño alegato ante las insistentes preguntas del Fiscal durante el juicio oral.


-“Soy inocente”
-ante las pregunas del Fiscal: “no puedo hablar, no puedo hablar”.
-Fiscal: porqué calla, le voy a dar tres motivos: por amor, por temor o por dinero.
-“No puedo hablar, no puedo decírselo
- Preguntado sobre la explicación a que hallaran en su poder el bolso de la víctima:
-Me lo dieron
-¿Quiénes?
-“Eso no puedo decirlo….Hay penas peores que la cárcel”

(fuente: La Vanguardia)



Había más testigos que ponían en duda de que fuera el único implicado en un asesinato tan macabro.




Ni los investigadores, ni el condenado, pudieron dar jamás una explicación al enigmático hallazgo de las  7 monedas, que se encontraron en el interior de la mano y el guante que portaban la víctima. 



La memoria en ocasiones falla, y en otras por alguna extraña razón nos retrotrae con demasiada facilidad a otros asuntos. Viejos asuntos como los que dan nombre a este blog. El Caso Alcásser, en el que como ya apuntamos, también participó el Dr. Frontela.


  
Entre los enseres hallados a una de las víctimas –Mirian- fueron halladas 7 monedas de curso legal. Entre ellas también había una moneda de 50 y una de 25 pesetas, además de otras cuatro de quinientas y una de cien. También fue hallado un reloj de “esfera dorada”. Un reloj negro marca Casio-Athena, con esfera dorada de increíble similitud al que portaba la joven desaparecida en Alfaz del Pi, Gloria Martínez en algunas fotos, como ya detallamos en otro artículo del blog.


 "...No llevaban dinero para entrar en la disco, que cuesta cuatrocientas pesetas la entrada. Entre las tres no juntaban las mil doscientas..." -testimonio amiga niñas de Alcásser-



“…Luis Frontela me comentó que había 27 en las ropas, que también fueron lavadas. La mayoría de ellos eran púbicos. Pero es que a la autopsia realizada por Frontela asistieron los seis forenses que habían hecho los informes anteriores, para vigilarle. Un documento escrito por Frontela, que tengo yo, muestra que uno de ellos le dijo: "Profesor Frontela, está haciendo una autopsia muy minuciosa, y eso no es lo acordado..."

¿Cuánto tiempo cree que duró el martirio?
R. Quizás seis, siete, ocho o nueve días. Así lo cree el profesor [Luis] Frontela [catedrático de Medicina de la Universidad de Sevilla, que realizó un análisis pericial de los cadáveres a petición de Fernando García]. Tienen cicatrices en las muñecas... y sabemos que una herida no puede cicatrizar en un cuerpo muerto. Cicatrizaron porque estaban vivas.


“…Y las ataduras son muy profesionales. Las colgaron del techo con las manos hacia atrás…

(Fernando García- Cambio 16)