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sábado, 4 de febrero de 2017

El mismo final. La misma montaña.




















“Llegaron desde distintos lugares  para encontrar el mismo final, en la misma montaña”

Como si de un pasaje bíblico, o un epitafio grabado en la roca, se tratase…tributo a intrépidos escaladores o montañeros en algún remoto lugar de la tierra…






Nadie podía imaginar por aquel entonces ni en los peores sueños, que en un intervalo de tan sólo tres años, seis jóvenes adolescentes valencianos, se verían inmersos en una tragedia semejante.

El hecho de que los investigadores del caso Alcásser,  interrogaran a Ricart sobre el triple caso Macastre, implícitamente venía a reconocer una muerte violenta o con intervención de terceros, en el misterioso desenlace final de aquellos tres adolescentes: Rosario, Pilar y Valeriano. Si le interrogaban es que buscaban un autor-es para aquellos hechos “extraños”. Muerte “violenta” engloba demasiados preceptos de medicina legal para desgranarlos aquí. Muchos de ellos son poco “violentos” pero sí poseen connotaciones homicidas.

 



A día de  hoy este extremo sigue siendo puesto en duda por mucha gente, escépticos ante los pobres resultados ofrecidos por la ciencia al respecto. Todo ello debido a las defectuosas autopsias –sin medios, sin apenas luz y realizadas en una obsoleta morgue del cementerio de un pequeño pueblo-. Autopsias que no arrojaron absolutamente nada de luz sobre este caso, más bien lo contrario, lo cubrieron de sombras. Demasiadas sombras. Pero también influyó la no presencia aparente de esa “violencia” explícita, a la que nos referíamos antes, y que hemos podido observar en otros casos.

Teorías dispares: Asfixia no mecánicas, parada cardio-respiratoria, inhalaciones accidentales, tóxicos inespecíficos (benzol, beleño…)
Tóxicos –beleño- que curiosamente se correlacionan con hierbas o plantas denominadas “visionarias”. Plantas utilizadas por “chamanes” o sacerdotes en ambientes “ocultistas” o “sectarios” para servir de guía hacia otras dimensiones o abrir “puertas” desconocidas para la mayoría los mortales.





La Flor de la Muerte, Adormidera de Zorra o Hierba Loca.  Esta hierba que se encuentra dentro de una familia de plantas, las solanáceas, que han sido asociadas desde muy antiguo con la brujería y la magia
 El cuadro clínico puede desembocar incluso en un coma y paro respiratorio.

  
En el caso de Rosario, también se localiza una extraña sustancia líquida blanquecina en el recto, sustancia “indeterminada”. Todo es un auténtico laberinto de misterios sin resolver.

Si algo parecía claro, así lo habían dictaminado los forenses,  era la asfixia no mecánica como la causa de la muerte de la joven Rosario. Hallada sobre una cama en la caseta de Macastre. Un caso muy similar  -por la causa del óbito-  al extrañísimo asunto de la joven de Algemesí cuyo cadáver es descubierto en los campos de naranjas de Picassent, con una “naranja en la boca”. Caso en el que también se habló de la presencia de tóxicos inespecíficos. Las mismas causas también presentes en el caso “ritual” de Alfaz del Pi, que llevan al hospital a una mujer joven –muerte por asfixia-parada cardiorrespiratoria-, dónde termina falleciendo.  

Si el caso Macastre hubiera sucedido en otro punto de España, podríamos pensar incluso en la posibilidad de algo “accidental”, de un hecho “aislado”. Pero no fue así, sucedió a tan sólo  19  kilómetros del lugar dónde fueron enterradas las tres niñas de Alcásser, es decir casi en el “epicentro”  -como veremos en sucesivas entradas- de una zona con muchos casos criminales “extraños” y plagados de misterios. Una zona “acotada” dónde aparecen asesinadas o muertas en extrañas circunstancias mujeres jóvenes o adolescentes.

Un “grupo” asesinando a “grupos” de adolescentes.

Esa sensación, o intuición de que existió al menos “un grupo indeterminado de personas asesinando a diferentes grupos de adolescentes” en la  C.Valenciana me persigue desde el primer momento que empecé a revisar estos casos, hace ya muchos años. Después de haber leído mucho, haber cribado las hemerotecas durante tres años, haber indagado en mil hipótesis plausibles, y sobre todo, después de haber “reflexionado” mucho sobre todos estos aspectos, a día de hoy, tengo que confesarles, me sigue sobrevolando esa misma idea.





¿Porqué un grupo  de personas asesinando? : porque todo nos parece hablar de la presencia de “varias personas” en los distintos escenarios criminales:

-en el caso Alcásser está demostrada esa participación masiva por el hallazgo de restos biológicos –vellos púbicos- en los cuerpos de las víctimas,  la implicación de “al menos” siete personas distintas. Distintas a los acusados. Personas que nunca fueron detenidas.

En el caso Macastre parecen existir pisadas de cuatro personas “distintas” a los menores alrededor de la caseta de aperos dónde se encuentra el cuerpo sin vida de Rosario. Nunca fueron puestos a disposición judicial.

Pero hay más, si revisamos el resto de casos dispersos por la geografía de la C. Valenciana –muchos de ellos todavía sin resolver- , observaremos como se reproduce un mismo “modus operandi”, o al menos uno muy similar,  que implica la “presencia de varias personas actuando al unísono para llevar a cabo esas acciones criminales”. La propia prensa lo recoge en innumerables ocasiones. Lo cita y traslada a los lectores, porque los investigadores “teorizan” en esos primeros momentos,  sobre esa posibilidad.  Al realizar la inspección ocular en el lugar del hallazgo, o al ofrecer por aquel entonces los primeros datos de la investigación a los reporteros. Cuándo los periodistas todavía obtenían información directa y fresca de los investigadores, sin pasar la criba de los actuales portavoces o enlaces de prensa que sólo ofrecen datos superficiales e insustanciales para no entorpecer la resolución de los casos o guardar el preceptivo cerrojazo informativo decretado por el “secreto” sumarial.

Varias personas que trasladaban los cuerpos desde algún lugar indeterminado hasta el escenario final. Lugares de depósito de cuerpos, sitos siempre en el medio rural: casetas, acequias, pozos, montañas, campos de naranjos; dónde finalmente eran hallados por gente relacionada con labores propias de ese mismo medio.

Los cuerpos eran descubiertos, lo que viene a indicar que los criminales no hacían demasiados esfuerzos en ocultarlos. Parece entonces preferible para ellos que los cuerpos fueran descubiertos, a mantener a un grupo importante de víctimas con el status de “desaparecidas.”. Y este dato es realmente inquietante. ¿Porqué aparecían entonces los cuerpos?, pudiendo haberlos hecho desaparecer para siempre. Tenían el “control” de la situación o jugaban con los investigadores.

 Varias personas parecen ser también las que interceptaran mediante engaño/ ataque sorpresivo a las víctimas –es precisamente esa necesidad abultada de víctimas al unísono y de tres en tres, lo que no hace sino incrementar esa sensación de la existencia de un grupo de no pocas personas demandantes de esas víctimas para unos fines macabros-. Grupo o personas que vendríamos a situar en la incógnita de esta complejísima ecuación: La de los asesinos o partícipes.

La peculiaridad está en “las tríadas de menores”, para qué, y con qué objeto. Podrían secuestrar a las víctimas de una en una, pero optan por un secuestro grupal con mayores implicaciones y complicaciones.
¿O es todo fruto de una simple casualidad? Si el caso Macastre podía ser una extraña “carambola” criminal, el Caso Alcásser ocurrido tres años después, no hace sino apuntalar esta teoría. La de la “no casualidad”.

 Igualmente nos abre los ojos ante la necesidad de una mayor logística –personas/medios- para desarrollar toda la fase criminal –asalto-control-tortura-ejecución, es decir secuestrarlas, retenerlas, custodiarlas, doblegarlas y acabar con sus vidas. Menores –a veces muy desarrollados para su edad-, vitales  y con fuerza, como hemos visto en otros casos ocurridos en la C Valenciana.

Aunque todo esto les suene a “impresión subjetiva” o hipótesis de trabajo descabellada,  lo cierto es que existen una buena cantidad de datos “objetivos” que nos hablan de la existencia de un grupo de personas, actuando sobre el terreno.

Como siempre hemos mantenido desde este blog, el hecho de que un grupo de estas características no haya sido “neutralizado” no implica su “no existencia”, simplemente revela que no han podido ser interceptados.  

  

**Un grupo muy activo, con una “base”.


Como ya he apuntado en más de una ocasión, todos estos datos también nos hablan de la existencia de algún escenario situado entre los lugares dónde desaparecen las víctimas y el lugar dónde son halladas. Es decir un lugar “intermedio”.

Un lugar, una “base”, una vivienda dónde son perpetrados los crímenes. Un escenario del crimen “de interior” con unas características probables: resguardado, apartado, fácil de controlar y vigilar. Prácticamente indetectable –este tipo de hechos tan truculentos torturas, mutilaciones, etc-  parecen requerir de tiempo y logística suficiente para perpetrarlos y de pocos sobresaltos o visitas inoportunas. Donde el trajín de gente no levante sospechas de estar amparando algún tipo de actividad ilegal.








Un lugar probablemente no muy distante a los sitios dónde son finalmente depositados los cadáveres –lo  cual  facilitaría el transporte de los cuerpos por carreteras secundarias o pistas rurales para evitar correr riesgos innecesarios hasta el escenario final-, pero tampoco demasiado cercano para no ser “asociados” o indagados al llevarse a cabo esos hallazgos.

 Esa teoría o posibilidad  “hipotética” pero con muchas probabilidades, de la que ya nos habló Canter, la aplicaremos y publicaremos en alguna de las próximas entradas del blog. Los “mapas mentales” de los criminales, de los que también hablamos. Criminales que se mueven por lugares “conocidos” o familiares para ellos. Mapas  que trazan y por dónde se dejan guiar llevados por su subconsciente. Lugares muy reconocibles por quienes los transitan con cierta frecuencia. Por conocimiento anterior, por usos rurales, etc,  que les llevan a mantener una sensación de aparente “seguridad” y les permiten una capacidad de maniobra o reacción ante cualquier imprevisto que pudiera sobrevenirles.
Es de sentido común. Podríamos decir de lógica aplastante que ningún criminal por escaso que sea su coeficiente intelectual, o por alterado que esté, comete la temeridad de pasearse con un cadáver en el maletero, o en el interior de una furgoneta durante cientos de kilómetros buscando un lugar desconocido e inhóspito, para deshacerse de uno o más cuerpos, exponiéndose a ser interceptado en un control policial aleatorio, cometer alguna infracción de tráfico, sufrir un accidente –reventar una rueda, quedar atrapado en una pista en malas condiciones…-, ser observado por algún testigo inoportuno, o  cualquier otro avatar. Necesitan por lo tanto tener muy bien predeterminado el lugar dónde llevar a cabo dichas acciones. Y más tratándose de acciones de “este calado”.





De ahí esa sensación constante de “cercanía” y de un amplio o exhaustivo “conocimiento” del “medio” en el que se desenvuelven los crímenes. Nos lo repite incansablemente la prensa. Y estas son pequeñas pistas,  que no debemos de desechar.

Lo veremos en algunos asuntos concretos, orografía muy complicada, lugares inaccesibles, poco o nada transitados, que hay que “conocer” sí o sí de antemano, al igual que las pocas rutas o caminos que conducen allí, así como  las distintas vías de escape.

Nada parece entonces, quedar “al azar”, porque el azar es un factor que no parece tener cabida en los planes de alguien que lleva a cabo una tarea criminal de tanta envergadura. Ese azar, implica demasiados riesgos que no pueden permitirse el lujo de correr.  Habrían sido cazados. Tarde o temprano habrían sido capturados. Y los hechos nos demuestran que no ha sido así.

Puedo estar equivocado en mis planteamientos. Puede que nada esté “conectado” entre sí. Puede que se traten de casos aparentemente “distintos”, o aislados. Pero también creo que si hubiera tantos asesinos actuando de forma “independiente”, más de uno de estos casos habría sido convenientemente resuelto. Si muchos de estos casos permanecen sin resolver quizás también se deban a que obedezcan a un mismo patrón criminal, o a una misma autoría.

No es muy factible que existan tantos criminales en la C. Valenciana que hayan actuado por su cuenta y riesgo sobre un mismo perfil victimológico -grupo de víctimas- o víctimas de unas determinadas características –adolescentes/mujeres jóvenes-
.
Como tampoco parece nada lógico que pueden existir dos grupos distintos de criminales dejando cuerpos en una misma cadena montañosa, y actuando sobre un número idéntico de víctimas –tres- , con un mismo rango de edad, y todo ello en un reducido margen de apenas una veintena de kilómetros de distancia. Altamente improbable.



Los investigadores tenían claro que en Macastre había pasado algo “anómalo”, por eso intentaban esclarecerlo, intentaban atar cabos que conectasen de alguna manera los dos triples homicidios.  Tenían al principal sospechoso del caso Alcásser, luego culpable una vez fue condenado por sentencia. Y le interrogaron. Le interrogaron sobre Macastre. Porque el caso Macastre fue algo “extraño”, y también demasiado complicado de esclarecer para los investigadores. Como señalan los periodistas, las cosas o no se hicieron bien desde un primer momento, o el asunto tenía más “enjundia” de lo que aparentaba. No parece luego algo “accidental”, sino con intervención de terceros. Ese interrogatorio a Ricart, venía –indirectamente- a decirnos todas esas cosas.







Y de paso, nos ponía sobre la pista de “otros” asesinos y partícipes, que como sucedió en el caso Alcásser, nunca fueron detenidos.

De hecho los crímenes siguieron sucediéndose por estos parajes concretos,  una vez que el culpable estaba entre rejas. Lo veremos. ¿Los asesinos seguían actuando?. Y entre esos asesinos no estaba  Miguel Ricart.

Quizás alguna de las claves esté precisamente en lo curioso de algunos de los pocos datos que disponemos:

Si reflexionamos sobre estos aspectos, observaremos datos muy curiosos sobre la victimología:

Esos dos grupos de tres víctimas cada uno, provenían de puntos de origen muy distintos:  –barrios de tipología urbana sitos al noroeste de una gran ciudad como Valencia capital vs un pequeño pueblo eminentemente rural, sito al sur de la ciudad: Alcásser-. Sin embargo: todos desgraciadamente acaban confluyendo en la misma montaña de forma trágica. Paradójicamente proviniendo de ambientes y lugares distintos, esa misma montaña será su última morada. A muy pocos kilómetros un grupo del otro.



    La estrella indica la ubicación de la fosa de La Romana-Tous, dónde fueron halladas las tres niñas de Alcásser.


 Si las víctimas no guardan ninguna relación aparente entre sí. Si provienen de ambientes completamente diferentes –desestructurados vs clase media- , deberíamos preguntarnos entonces dónde puede estar la clave. ¿Podrían ser sus asesinos la verdadera llave,  para establecer ese “vínculo”?.
 Si le damos la vuelta a ese aspecto victimológico, no sería descabellado decir que podrían ser ellos –los agresores- los que “escogen” ese perfil de víctima concreto, que viene a ser un elemento clave también de esa “firma”; elemento fundamental del perfil criminológico, tan importante a la hora de vislumbrar la parte psicológica del asesino-s que cometen una cadena de crímenes “relacionados”. La firma hace referencia también a la acción, que el criminal-es no pueden enmascarar con actos de precaución. Además esta, no suele variar, sino más bien permanece inalterable e inmóvil durante su trayectoria criminal. Es un elemento diferenciador, y que dirige muy bien los pasos hacia los verdaderos autores de los hechos criminales.

Un montón de preguntas por contestar:
 ¿Porqué acaban sus días en aquella montaña?. ¿Qué ocurría allí? ¿Qué secretos callan aquellos montes?. ¿Qué historias guardan desde hace años?.


Intentaremos ver con “otros ojos” algunos de los aspectos que conforman este misterioso puzzle criminal. Para ello es necesario intentar volver sobre sus pasos perdidos. Y meter la “lupa” de lleno, en esos parajes.




  Los primeros bodegones dedicados al tema de la caza, actividad asociada a la vida aristocrática-  Bodegón con        halcón peregrino y su presa- Autor: Clara Peteers (exposición-Museo del Prado). El Halcón, usado para la caza por la  aristocracia, también se asocia a la nobleza.